martes, 30 de julio de 2019

A veces no sé ni qué quiero, ni qué espero, ni quién soy.
Pero escucho tu voz cantando al silencio y se disipan las dudas,
y se me enciende el corazón.
A menudo no me entiendo, no avanzo por miedo al error.
Pero cuando te miro a los ojos de pronto comprendo
que es a tu lado donde puedo refugiarme del dolor.
Y, es que, aunque tantas veces me pierda y no sepamos ninguna de las dos,
sí sé que puedo tenderte la mano y prometerte un futuro mejor.

Aunque me cierre en banda, aunque me niegue, aunque el mío propio siempre lo vea negro o sin color.