jueves, 1 de septiembre de 2016

2. Te quiero, nos quiero (libres).

Sé que no dependo de nada ni de nadie, pero prefiero algunas cosas por encima de otras. Como tenerte a mi lado, como el olor a vainilla, como acariciar las páginas de un libro antiguo o cualquier viernes con amigos.
Sé que soy libre así que, pudiendo elegir, me quedo contigo, con las yemas de tus dedos acariciando mi piel, con las tardes vacías que, en seguida, se llenan con tu presencia.
Cómo decirte que la forma que tienes de mirar la nada lo cambia todo, que entre tus brazos el presente se siente distinto y el pasado no tiene lugar, que contigo no existe el silencio, y me apartas del ruido.
Que es tan simple como que eres capaz de encontrar el orden en este caos, amainar mi tormenta, mi tormento.
Y, es que, si la unión hace la fuerza, quiero ser fuerte junto a ti. Quiero llenarte de toda la poesía que desbordo. Quiero decirte cuánto te quiero, y por eso hoy decido plasmarlo aquí.

Oda al recuerdo irrelevante.

Quiero escribirle a la luna que baje una noche a tomar unas cañas,
quiero reirme, quiero saber si me extrañas.
Aunque ya no importe, aunque esté muy lejos
de tus prisas, de tus manos, de tus besos.
Quiero comentarte todo lo que un día fuiste,
más de lo que imaginarías, más de lo que en cualquier momento pensaste.
Aunque ya para mi no signifiques nada,
Aunque ya no me amenace tu espada,
Porque, como ambos sabemos, un buen día desterrarte deseara.

sábado, 13 de agosto de 2016

Condena.

Mi condena es esta soledad, esta melancolía, esta máscara y facciones de persona fría.
Esta hora de tormento que me espera al anochecer, y algunos cielos grises al alba, al parecer.
Esta presión en el pecho que me ahoga, y esta respiración entrecortada cuando el reloj no avanza, cuando las horas se hacen eternas, cuando el tiempo se demora.
Este halo terrible que me rodea, aunque se muestre cálido, tímido, edulcorado, esconde fracaso, derrota, pena.
Es el exilio de mis sentimientos, la huida de mis secretos, lo que me eleva, lo que me transporta, lo que me desordena.
No quiero ser lo que más he temido, no quiero reproducir los puñales que se clavaron en mis entrañas, no quiero repetir errores ajenos, no quiero ser de otros mi misma condena.
Tan solo espero cerrar todas las puertas y ventanas que me unen a todo aquello que no se pueda borrar del pasado. Pero sé que nunca volvemos a ser los mismos, y eso me frena, me envenena.
A veces me pregunto dónde estoy, qué hiciste conmigo, por qué nadie te para, nadie te calla, nadie te encierra,
como tú hiciste con mi inocencia, con mis ojos humildes, mis ingenuas ilusiones y el final de mi larga espera.


Porque eres peor que todos mis otoños juntos, cada una de mis tormentas. Y no te mereces ni el más mínimo atisbo de primavera, pero eso nadie, nunca, lo tiene en cuenta.

domingo, 29 de mayo de 2016

Quién sabe cuándo, dónde y a quién.

Y leen a Ernesto Sabato mis ojeras,mientras me observas, buscando a tientas tus ideas, fugaces, errantes, viajando por la ruta de la Plata como un nómada comerciante. Por la senda de mis cicatrices, tus recuerdos, cuando por separado aprendimos la falacia que supone el mito del amor romántico y al conocernos nos limitamos a curtirnos en el humilde arte de amar, con o sin la aprobación de Erich Frömm.

Why you only call me when you are high? 2.0

Me gustaría saber si eres consciente de que tu cama siempre huele a una mezcla entre mis medias y tu colonia. Si te has encaprichado y puedo ser la chica libre que te encauza y, al mismo tiempo, te hace perder el rumbo.

Good... Bye.

Observé sus ojos empañados al otro lado de la acera. De cuando en cuando, multitud de cuerpos se interponían entre nuestras miradas, ajenos al dolor, a la desesperanza que se extendía entre nosotros como una cuerda tensada. Infinidad de gotitas resbalaban desde su flequillo, para luego rodar por sus mejillas. Nunca le importó la lluvia. Nunca le importó nada en especial. Y sus ojos no parecían negarlo.
Musitó algo entre dientes, pero me hallaba demasiado lejos para oírlo, para comprenderlo, para alcanzarle. Entonces decidió marcharse de allí, y nadie supo o quiso detenerle.

Libre.

La vida me supera, me desespera. Agota mi amor, tiñe de indiferencia mi odio.
He transformado en humo mi pasión y mi temor en desidia. He teñido de gris mi ilusión, marchitado esa luz que me guía.
Y, ganando, me enseñaron que no sabía perder, que temía arder en el fracaso. Y que las brasas que aún se hallan depositadas en algún lugar de mi mente aún podrían arder.
Tan sólo quiero hacerte comprender que no soy ninguna de esas máscaras, que me niego a comportarme como una insulsa máquina. Mira cómo amo, cómo sueño, cómo crezco, cómo me levanto, camino e incluso vuelo, sola. Y, entonces, sólo cuando comprendas eso, podrás acompañarme.

Cuando éramos, si es que fuimos.

Que, hasta que te prendo, eres frío como el invierno en Siberia. Y tan solo esperas, libre de inquietudes, a que mi vaguardia arrastre a todas tus neuronas para hacer la revolución contra los prejuicios, tu artificial ética, tus aprendidas emociones. Y nos deconstruimos para amarnos. Y construimos unos nuevos cimientos más sanos, ensamblando las piezas con una pizca de libertad y varios kilos de buenas intenciones.

1.

Eres la última calada al cigarrillo antes de que llegue el bus, el beso en el andén alguna tarde de verano, los últimos versos de Pablo Neruda, los textos más reivindicativos de Eduardo Galeano.
Anochece bajo mis pestañas y tan solo sueño con tus manos, frenéticas, sobre mi piel de madrugada.
Qué puedo decir de esta vorágine de recuerdos, de emociones, de palabras. Del vértigo de cada breve mirada.
Te quiero libre, te amo persiguiendo pequeñas ilusiones, emocionándote cerca, lejos, dondequiera que vayas. Y te sueño besándome a mi como abrazado a una guitarra.

jueves, 5 de mayo de 2016

Cuando llegue el alba.

Puedes decírmelo ahora. Porque mañana ya no estaré aquí. No importa cuál sea el veredicto. Cuando llegue el alba, ya no me tendrás junto a ti.
Probablemente habré errado en busca de otros brazos, de consuelo, de simpatía, evadiendo el rechazo.
Cuando se haga de día habré cambiado la pasión por ternura y haré mi patria de sus labios.
Así que apura el tiempo que nos queda, improvisa, no te preocupes por la estructura.
Porque cuando llegue el alba ya no estaré aquí. Ni permanecerán mis ojeras, mi mirada empañada, mi emborronado carmín.
Y puede que esta nómada encuentre su hogar en unas ideas, una risa, una piel. Y puede que le escriba unos versos a alguien que los sepa leer.
Así que confiésame ahora todo lo que te hubiese gustado entender.

martes, 22 de marzo de 2016

Cuerpos.

Solo soy un cuerpo desnudo postrado sobre tu cama, un cuerpo desnudo a finales de invierno que ya no tiene frío porque no está solo y porque está a punto de comenzar la primavera.
Pero lo triste es que tan sólo somos dos cuerpos. Dos cuerpos que se aman, que se cuidan, que se acarician, se rinden tanto al cariño como a la pasión, y se consumen en el fuego de cualquier tentación. Pero dos cuerpos, al fin y al cabo. Y es que a mi me gusta que, de vez en cuando, se rocen las mentes y los corazones.
Sí, eres un cuerpo. Un cuerpo que le pide al mío que se quede, que olvide a los demás, al tiempo y al odio. Que ame, que cuente, que sueñe, que se entregue a él.
Pero mi cuerpo no es independiente. Y no puede cumplir con tantas misiones si la cabeza no lo aprueba. Y este es el caso.

lunes, 14 de marzo de 2016

Autodestrucción 4.

Huelo a humo, a alcohol, a fracaso. A promesas olvidadas y sueños que quedaron por cumplir. Que se extraviaron, se marchitaron, declinaron todas mis proposiciones.
Huelo a tantas cosas que simbolizan derrota, y eso me aterra, me atormenta. El pasado me persigue; el futuro me tiende una soga. Y no sé olvidar. Y no sé cómo afrontar los designios del azar, de la suerte.
De cuando en cuando salgo a buscarte, esperanza. De bar en bar, de copa en copa. Me inyecto besos amargos en vena, me chuto algunos versos y caigo rendida y semi inconsciente en esta cama, para despertar herida de los pies al alma cada mañana. Y leo a Erich Fromm y planeo rendirme. Porque me he convertido en lo que más detestaba.
A veces me pregunto cómo escapar de la madrugada, de la luz que me ciega, que me recuerda que sigo viva, aunque no lo creas, aunque haya perdido el rumbo. Pues aún me quedan fuerzas, y unas piernas que no saben hacia dónde caminar pero odian quedarse quietas.
Creo que he olvidado el sentido, que alguien ha apagado el motor, que me ha robado el aliento. Que han decidido, machete en mano, cortar los hilos que me unen a mi yo pasado, a sus objetivos, a sus ansias y anhelos. Pero, repito, aún me quedan fuerzas. Y te estoy buscando, esperanza, aunque te resistas, aunque te escondas. Aunque a veces mienta y comente que estoy a tres cervezas de olvidarte, que puedo sola, que no necesito guía. Y es así. Pero sólo tú tienes las respuestas a mis preguntas, unas preguntas que yo misma he olvidado.

Restos.

He repetido tantas veces tu nombre que ya suena absurdo en mi boca.
No quiero que nos recorten en tiempo, en amor, en caricias, en pasión.
Me siento tan estúpida pensándote ensimismada. Me siento tan idiota escribiéndote en un estilo que a mi misma me empalaga.
Pero no quiero cortar las flores, aunque no sean árboles y, por tanto, no den frutos. Al menos son hermosas.

domingo, 28 de febrero de 2016

Amor libre.

Quiero amar. Pero amar al mundo en general, sin limitarme. Amar la vida, sin sentirme obligada a ello, sin prometer hacerlo eternamente, sin cadenas. Amar con pasión, con ganas, con devoción. Pero sin perder el más mínimo ápice de razón en mi corazón, donde se encuentran gran cantidad de neuronas.
Me soltaré la melena, liberaré mis muñecas, desplegaré mis alas y mi miocardio latirá, y sentirá, y besará almas sin límites, sin miedos, con ansia y paciencia, con caos y orden, con miedo y alivio. Con sueños. Pero más despierto que nunca.

lunes, 4 de enero de 2016

Invisibles grilletes.

Porque ya no me siento tan libre cuando escribo. Por los lastres, las cadenas.
Porque se espera más de mi de la cuenta. Por mis fallos, mis errores, que no cesan.
Porque serás juzgada mientras vivas, cuando mueras, cuando te debatas entre lo uno y lo otro, cuando ames, cuando odies, cuando sientas u olvides por un rato cómo hacerlo.
Que es de débiles ser derrotista, que les repugna cualquier atisbo de optimismo, que no me importa lo que piensen de mi y, sin embargo, será por algo si a menudo no tengo una pizca de autoestima.
Porque me suenan ridículos mis artificios lingüísticos cuando saco mi vena romántica, porque si me expreso de un modo simple me siento mediocre. Sé que parezco estúpida cuando hablo demasiado y que resulto odiosa si me callo.
Dime cómo apartar el humo, que estoy cansada de atravesarlo para no encontrar más que abismos al otro lado.
Dime como confiar, no cómo aparentarlo.
Enseñadme a sentir menos, y a exteriorizarlo más, que tengo déficit de sinceridad conmigo misma.