La vida me supera, me desespera. Agota mi amor, tiñe de indiferencia mi odio.
He transformado en humo mi pasión y mi temor en desidia. He teñido de gris mi ilusión, marchitado esa luz que me guía.
Y, ganando, me enseñaron que no sabía perder, que temía arder en el fracaso. Y que las brasas que aún se hallan depositadas en algún lugar de mi mente aún podrían arder.
Tan sólo quiero hacerte comprender que no soy ninguna de esas máscaras, que me niego a comportarme como una insulsa máquina. Mira cómo amo, cómo sueño, cómo crezco, cómo me levanto, camino e incluso vuelo, sola. Y, entonces, sólo cuando comprendas eso, podrás acompañarme.
domingo, 29 de mayo de 2016
Libre.
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