domingo, 29 de mayo de 2016

Quién sabe cuándo, dónde y a quién.

Y leen a Ernesto Sabato mis ojeras,mientras me observas, buscando a tientas tus ideas, fugaces, errantes, viajando por la ruta de la Plata como un nómada comerciante. Por la senda de mis cicatrices, tus recuerdos, cuando por separado aprendimos la falacia que supone el mito del amor romántico y al conocernos nos limitamos a curtirnos en el humilde arte de amar, con o sin la aprobación de Erich Frömm.

Why you only call me when you are high? 2.0

Me gustaría saber si eres consciente de que tu cama siempre huele a una mezcla entre mis medias y tu colonia. Si te has encaprichado y puedo ser la chica libre que te encauza y, al mismo tiempo, te hace perder el rumbo.

Good... Bye.

Observé sus ojos empañados al otro lado de la acera. De cuando en cuando, multitud de cuerpos se interponían entre nuestras miradas, ajenos al dolor, a la desesperanza que se extendía entre nosotros como una cuerda tensada. Infinidad de gotitas resbalaban desde su flequillo, para luego rodar por sus mejillas. Nunca le importó la lluvia. Nunca le importó nada en especial. Y sus ojos no parecían negarlo.
Musitó algo entre dientes, pero me hallaba demasiado lejos para oírlo, para comprenderlo, para alcanzarle. Entonces decidió marcharse de allí, y nadie supo o quiso detenerle.

Libre.

La vida me supera, me desespera. Agota mi amor, tiñe de indiferencia mi odio.
He transformado en humo mi pasión y mi temor en desidia. He teñido de gris mi ilusión, marchitado esa luz que me guía.
Y, ganando, me enseñaron que no sabía perder, que temía arder en el fracaso. Y que las brasas que aún se hallan depositadas en algún lugar de mi mente aún podrían arder.
Tan sólo quiero hacerte comprender que no soy ninguna de esas máscaras, que me niego a comportarme como una insulsa máquina. Mira cómo amo, cómo sueño, cómo crezco, cómo me levanto, camino e incluso vuelo, sola. Y, entonces, sólo cuando comprendas eso, podrás acompañarme.

Cuando éramos, si es que fuimos.

Que, hasta que te prendo, eres frío como el invierno en Siberia. Y tan solo esperas, libre de inquietudes, a que mi vaguardia arrastre a todas tus neuronas para hacer la revolución contra los prejuicios, tu artificial ética, tus aprendidas emociones. Y nos deconstruimos para amarnos. Y construimos unos nuevos cimientos más sanos, ensamblando las piezas con una pizca de libertad y varios kilos de buenas intenciones.

1.

Eres la última calada al cigarrillo antes de que llegue el bus, el beso en el andén alguna tarde de verano, los últimos versos de Pablo Neruda, los textos más reivindicativos de Eduardo Galeano.
Anochece bajo mis pestañas y tan solo sueño con tus manos, frenéticas, sobre mi piel de madrugada.
Qué puedo decir de esta vorágine de recuerdos, de emociones, de palabras. Del vértigo de cada breve mirada.
Te quiero libre, te amo persiguiendo pequeñas ilusiones, emocionándote cerca, lejos, dondequiera que vayas. Y te sueño besándome a mi como abrazado a una guitarra.

jueves, 5 de mayo de 2016

Cuando llegue el alba.

Puedes decírmelo ahora. Porque mañana ya no estaré aquí. No importa cuál sea el veredicto. Cuando llegue el alba, ya no me tendrás junto a ti.
Probablemente habré errado en busca de otros brazos, de consuelo, de simpatía, evadiendo el rechazo.
Cuando se haga de día habré cambiado la pasión por ternura y haré mi patria de sus labios.
Así que apura el tiempo que nos queda, improvisa, no te preocupes por la estructura.
Porque cuando llegue el alba ya no estaré aquí. Ni permanecerán mis ojeras, mi mirada empañada, mi emborronado carmín.
Y puede que esta nómada encuentre su hogar en unas ideas, una risa, una piel. Y puede que le escriba unos versos a alguien que los sepa leer.
Así que confiésame ahora todo lo que te hubiese gustado entender.