La desidia de las noches frías en las que me falta tu alcohol y me sobran las ganas, la acción, la pasión para esconderme entre unas sábanas. No es mi misión, si no cuestión de adicción y el regusto salado de algunas lágrimas. En calma busco tu mirada, tu caminar, te confundo y encuentro en alguna sonrisa extraña, desconocida, y vuelvo a estar perdida como Wally, presa como Willy, en tu encanto, en tu recuerdo, en el amargo sabor de unas palabras que se consumieron, unas promesas que se esfumaron, este lamento in crescendo. Que sigo viva aunque me hayas matado, aunque no lo creas, aunque temas tomar conciencia de la pérdida, del fracaso, de los duros golpes de la realidad, que te escupe en la cara sin piedad, sin antifaz. Y hoy voy a contar hasta diez, dejando a tu libre elección cómo aprovechar estos instantes, si con un beso, una disculpa, un nuevo intento o el proyecto de otro largo silencio.
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