viernes, 30 de octubre de 2015

Demencia.

La demencia de tu mirada clavada en nuestras manos entrelazadas, de tus dedos recorriendo mi piel, de mi miocardio latiendo desbocado, de los márgenes, los puntos y las comas en mis cartas de amor.
Voy a brindar por tu ausencia aunque la lamente más que cualquiera de mis errores, de mi pérdida de valores.
Voy mentir y a decir que hicimos bien en separar nuestros corazones, en buscar nuevas aficciones, nuevas acepciones, nuevas adicciones.
Voy a soñarte esta noche de luna llena, aunque, últimamente, tan solo me inspiras pena. Pero, al fin y al cabo, me inspiras, así que mereces la pena.
Voy a engañar al pasado y martirizar al presente. A recorrer a nado, de lado a lado, las lagunas de tu mente.
Que ya es hora de vencer la derrota, de jugar a olvidarte, de aprender de nuevo a conocerte.
Que ya es hora de viajar a Marte, de emprender el camino hacia la libertad, la justicia, el arte.
Que ya es hora de hacerte entender que la solución no es obligarte a odiarte.

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