Hoy decidí escribirle al otoño, pues creí que había dejado las llaves y cerrado la puerta. Sabía que llamaría al timbre, es de esperar que no me ceda una bala. Pero jamás habría imaginado que entraría por la ventana, que arrasaría por completo la casa y me dejara aquí perdida entre tanto escombro, entre tanta nada.
Ya lo sabe la doctora, que he intentado ponerle fin, o convivir mientras sea en camas separadas, y es que firmé un pacto con él para que no me matara.
No quiero que me escribas de vuelta, no quiero recibir tu carta. Solo espero que tus vientos se alejen con todas esas hojas secas que has arrancado de mis entrañas, de mi alma.
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